Lo que nadie te dice del momento de independizarte

Al decidir  «volar del nido familiar», debemos enfrentar una serie de procesos como el ser completamente independiente, tener más responsabilidades, etc. Afortunadamente, existen mil publicaciones que hablan sobre pros-contras, recomendaciones, o datos al respecto, sin embargo, muy pocas hablan del cambio emocional que conlleva.

  1. Vivir en pareja

Por ejemplo, si has decidido vivir con tu pareja, por más millenial, moderno y abierto que seas, por supuesto que el crecer en una familia conservadora o con una tradición más arraigada al pasado, es una gran problemática al momento de decidir si vivirás o no con tu amor. En teoría, nuestra familia debería apoyarnos en las decisiones que tomemos, pero a veces, este tipo de temas -como el de «vivir en pecado»- no resulta tan sencillo al momento del apoyo.

Y no es que no nos quieran o nos vayan a desheredar por tomar esa decisión, sin embargo, el tipo de rechazo que se presente será suficiente para poner un grado de incomodidad a tu nuevo estilo de vida. Por eso, si ya tomaste la decisión, es MUY importante que una, o tengas claro que vas en contra de lo que tu familia quisiera para ti y debes tener una conversación adulta al respecto con ellos, o dos, dejar que las opiniones de los demás se te resbalen y posiblemente, estar en pleito con ellos -cero recomendable-.

2. La culpa

Otra de las situaciones emocionales que pueden presentarse, si eres cercano a tu familia, es inconscientemente, sentir un grado de abandono hacia ellos, sientes culpa. No te asustes, es real y normal. Este sentimiento eventualmente pasará, sin embargo es importante que seas consciente de que no tiene absolutamente nada de malo dejar el nido, es un paso que tarde o temprano debes de dar y no estás abandonando a nadie.

La contraparte de este sentimiento es el famoso síndrome del nido vacío que experimentan nuestros padres, un duelo por la partida de los hijos que han decidido independizarse ya sea yéndose a vivir solos o con roomies,  o bien, compartiendo alojamiento con la persona de quien están enamorados -cha cha cha chaaaan-.

3. ¡Pues nosotros también vivimos un duelo!

Por supuesto que también pasamos por una etapa de duelo, por más independientes y libres que nos sintamos, se extraña el recibimiento a brazos abiertos del hogar familiar, que te cocinen, que se preocupen por ti, que te apapachen.

Sabemos que siempre vamos a contar con nuestros padres, no sólo económicamente, sino emocionalmente -algunas personas-. Es increíble saber que siempre contaremos con ellos, pero es muy importante empezar a actuar como si ese apoyo no existiera y dependiéramos únicamente  de nosotros. Debemos empezar a ser totalmente independientes.

4. La relación no desaparece

La relación con los padres no se pierde, se transforma, es decir, toma un carácter diferente. El que te vayas de casa no quiere decir que te van a querer menos, o que tú te olvidarás de ellos. Será difícil dejar la convivencia diaria, sí, pero terminarás por acostumbrarte y cuando los veas, será con mucho gusto.

Dejar el nido puede dar mucho miedo, sin embargo, no hay nada más reconfortante que saber que siempre vas a tener un lugar en casa de mamá y papá, si no es para vivir, bien será para apoyo emocional. Atrévete a crecer y conocerte fuera de la comodidad del nido familiar.

Por Ana Pau Bermúdez

Ve también Pros y contras de vivir con roomies y ¿Cuándo es momento para volar del nido?

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