Hace un año participé en un concurso en el cual, en la ronda final, se me hizo una pregunta que en su momento, no supe cómo contestar.

¿Cuál es el más grande error que has cometido en tu vida, y cómo lo superaste?

Al instante, pensé en que sólo tengo 26 años, no consideraba un error grave del cual me arrepintiera, o uno que quisiera compartir. Para ser honesta, tengo uno, no quise compartirlo y en ese momento, no lo sabía.

Mi respuesta fue:

“Todos cometemos errores en nuestra vida, somos humanos y nos equivocamos, lo mejor que podemos hacer, es aprender de ellos..”  Una respuesta tajante, pero sincera, y acertada (a mi consideración), lamentablemente los nervios me controlaron, esta intensa y real frase la dije en milésimas de segundos. Ni modo.

¿Será que estoy lista para compartir ese error? Un error tan sencillo que cualquiera puede cometer, y tan terrible, que nos puede descarrilar de nuestras metas, sueños u objetivos.

Estoy hablando del dejar que alguien más decida sobre el rumbo que toma tu vida. Eres el único que decide lo que va a pasar en ella, el único dueño, y sólo tú escribes tu historia.

Todos conocemos o hemos estado con una persona que influye en nuestras decisiones, y no está mal, siempre y cuando sea para una mejoría y crecimiento PERSONAL. Existe gente muy controladora, posesiva y abusiva, hay que saber identificar cuando la decisión que estamos tomando es porque así lo queremos o simplemente porque no queremos que esa persona se disguste con nosotros. Ese es el gran error.

¿Cuál es el más grande error que he cometido en mi vida?

Permitir que alguien decida si te vistes bien o mal, si te gusta la música adecuada, si debes estudiar cierta carrera, tomar un trabajo o no, y tú, tomar la decisión basándote en que es más importante tener a la otra persona feliz que a ti mismo. Recuerda algo muy cierto: el que no se ama primero, no puede amar a los demás. Por consiguiente, todas las decisiones que definan el rumbo de tu vida, debes tomarlas por ti, para ti, porque te va a ser feliz a ti. Y tú eres el único dueño de tu propio destino. Ser feliz depende de ti, de nadie más.

¿Cómo lo superé?

 Aprendiendo,  de no haber aprendido, hoy no estaría escribiendo este artículo acerca de lo importante que es escuchar mi propio razonamiento, mi corazón y decidiendo por lo que me hace feliz a mi y sólo a mi.

Por Ana Pau bermúdez