Ponernos en los zapatos de los demás es, de verdad, extremadamente difícil, cada quién vive situaciones únicas que no podemos comprender a menos que seamos exactamente la persona que lo está viviendo. Por eso, cuando un ser querido está en aprietos, hacemos una serie de escenarios «fáciles» para ayudarlos a salir adelante, pero nuestro «problema» es que no lo planeamos con el significado sentimental que pueda tener para la persona que lo está viviendo.
Es una impotencia enorme el ver cómo una persona maltrata sentimentalmente a alguien que quieres, te preguntas cómo es que tu ser querido no se da cuenta, o porqué fácilmente se deja manipular por alguien.
Te tengo una noticia: Puedes escucharlo, puedes «aconsejarlo» pero no depende en absolutamente nada lo que le digas o hagas, tu ser querido decidirá hasta cuándo pondrá punto fin a su relación abusiva. No tú, él.
Al aconsejar, nosotros olvidamos que ellos están involucrando sentimientos, y la realidad es, si quieres a una persona, debes dejar que cometa errores, una, dos, mil veces, cada quién tiene un aprendizaje distinto y único, no porque a ti te haya funcionado una estrategia, de igual manera le funcionará a él/ella.
Por eso…
Prometo escucharte y apoyarte en absolutamente todo, aún sabiendo que aquella decisión no será la mejor, es tuya, no mía, y por eso te apoyo. Prometo abrir la boca sólo cuando considere que de verdad puede afectar de manera «épica» la decisión que vayas a tomar, y aún así, apoyaré la decisión que elijas.
No prometo ser amiga de la persona que te hace daño, pero prometo tener una conducta cordial y educada. No te meteré en problemas.
Cláusula: En caso de ser mi hermano/hermana, lo siento, todas las reglas anteriores no tienen validez, espera un fuerte jalón de orejas, malas actitudes y derrame de agua en la ropa del desgraciado que te está tratando mal.
Equivócate porque quiero que aprendas, que generes tu propia experiencia y sepas lo que es mejor para ti, equivócate porque es al única forma en que aprenderás y equivócate porque sólo el que se equivoca crece.
Equivócate porque te quiero.
Por Ana Pau Bermúdez