Todos, absolutamente todos, hemos pasado o pasaremos por un corazón partido. Por eso, tenemos las etapas que conlleva el mal de amores.
Recuerda, nadie muere de amor.
- Primero es la confusión, tú sabes perfecto que si los dos tuviesen el mismo compromiso, y sintieran exactamente lo mismo el uno por el otro, las cosas hubiesen podido funcionar. ¿Qué crees? El hubiera no existe, y pasó lo que tuvo que pasar. Cortaste.
En esta etapa tienes la ilusión de que mágicamente esa persona se arrepienta y regrese a tus brazos para volver a empezar un romántico amor de película. En verdad crees que pasará, lo sigues viendo como un ser divino que tomó una mala decisión.
- Segunda etapa, la persona en cuestión no mostró arrepentimiento alguno, es más, pareciera que su vida marcha de manera tranquila y tú, tú ya entendiste que la ilusión de regresar no pasará, te “cae el veinte”.
Depresión, es la etapa de la desilusión, la tristeza, el no entender qué sucedió, y el saber que esa persona decidió alejarte de su vida te pone realmente mal. Sientes en su totalidad el corazón roto y en verdad te duele. Pareciera que caes a un vacío.
- Viene el coraje, un enojo con aquella persona que te despreció, el coraje de haber dado el todo por el todo y te hayan botado, sigues sin entender el porqué, pero empiezas a ver por ti.
El coraje, para bien o para mal, te levanta. Secas las lágrimas y empiezas a buscar actividades que te hagan sentir mejor, cosas nuevas, quieres renovarte.
- Vas avanzando, poco a poco dejas de sentir el desconsuelo, la tristeza, el enojo y le dejas de dar importancia al “por qué”, empiezas a darte cuenta que tal vez es lo mejor para ti, te das cuenta de muchos signos que indicaban que no eran el uno para el otro.
- Por primera vez respiras, has estado luchando por salir adelante y ha dado sus frutos. Aprendes a valorarte, a amarte más, gracias a esta terrible experiencia has madurado. Esa persona deja de convertirse en tu enemigo/a.
- Aprecias tu momento de soltero/a, ahora sabes qué quieres en tu próxima relación, qué te gusta, qué no, y te das cuenta que caerse es parte de la vida y que levantarse es todavía mejor.
A esa persona ya no le guardas ningún rencor, sigue y seguirá siendo parte sólo de tu pasado, uno que te ayudó a crecer y a madurar.
- Cuando menos lo esperas, estás libre de un corazón roto. Te sientes feliz, pleno, el vago recuerdo del pasado ya no molesta ni duele más, y aquella cicatriz te recuerda no lo que sufriste, si no, lo fuerte que ahora eres.
No existe una fórmula mágica o un momento exacto. El tiempo lo cura todo, sé paciente.
Por: Ana Pau Bermúdez
Original: 7 Etapas en el duelo de una ruptura