Mi relación no terminó cuando me llamo para decirme que ya no nos veríamos más, mi relación terminó muchos meses antes, yo lo sabía, lo sentía pero no quería aceptarlo.
Las peleas se hacían cada vez más constantes, el interés se iba perdiendo… y es que yo sentía que él ya no me amaba, lo sentía en el frío de sus abrazos, en sus palabras vacías, en sus pretextos, en sus besos, aquí ya no quedaba nada, aquí sólo quedaban mis esperanzas de que lo que más me importaba no muriera.
Un día decidió decirme lo que ya sabía, ya no le inspiraba NADA, ya no le inspiraba mandarme un mensaje para desearme un bonito día, no le inspiraba llamarme para oír mi voz, no le inspiraba llevarme flores como lo hacía siempre o invitarme a salir. En el momento en que eso salió de su boca sentí como todo se caía en pedazos frente a mí, esa persona que amaba con todo lo que había en mi corazón ya no me amaba.
¿Y nuestros sueños? ¿Y todo lo que queríamos compartir juntos? ¿No que yo era el amor de su vida? ¿No que nos íbamos a casar? El prometió que mientras yo lo amara él me iba a amar, entonces ¿qué paso? Aun cuando oí todo eso de él, mi esperanza se resistía a morir, no podía dejar que eso terminara, yo lo amaba, yo quería estar con él.
Y así fue como yo sola alargue la agonía, decidí que iba a esforzarme por reconquistarlo, por inspirarle algo de nuevo, pero la realidad es que eso no iba a pasar, mis esfuerzos no iban a tener ningún sentido, cuando el amor se acaba no hay más por hacer.
Llegó nuestro aniversario y él lo olvidó, yo llevaba días planeando una sorpresa para él, recuerdo que por la mañana le mandé un mensaje agradeciéndole tantos años juntos, diciéndole lo mucho que lo amaba y lo importante que era para mí, él sólo respondió “Ya es mucho tiempo ¿no?”. En ese momento decidí ignorar ese mensaje, no podía ser que yo me había desvivido en cursilerías y él sólo había dicho eso, ¿neta?
Decidí continuar con mi plan y sorprenderlo con una cena, recuerdo que llegué a su casa y su mamá me ayudo a entrar sin que él no notara, arreglé todo y le llamé:
- ¡Hola! ¿Qué haces?
- Terminando mi tarea, si acabo voy a verte rápido.
- ¿Y si cenamos juntos?
- Ya es tarde, sólo puedo ir rápido a darte un abrazo.
- No te preocupes, hagamos eso diferente. Cenemos en la terraza de tu casa, ven, aquí te espero.
Yo estaba ahí con mis cursilerías, recuerdo que subió y me abrazo, ahí me di cuenta que no podíamos engañarnos más, que cuando me abrazó no fue como cuando festejamos los aniversarios anteriores, este año básicamente ya no le importó. Me dijo que pensaba hacerme una carta y llevarme flores pero que le había ganado, la verdad me daba igual, ¿por qué todo lo hacía a la mera hora?
Recuerdo que la cena no fue como en mi mente la había planeado, se supone que íbamos a derramar miel, que nos iba a ganar todo el amor que según nos teníamos, que íbamos a confirmar que éramos el uno para el otro.
Fue simplemente un día más, uno vacío y frío, fue la última vez que lo vi, semanas después terminamos.
Anónimo